sábado, 1 de septiembre de 2007

Tromba de ceniza

Otra vez tú perdida, tú tan lejos

Gerardo Diego

Pensé que llegarías con el peso de la tarde a la una
Y treinta.
Pensé treinta minutos después que vendrías atada de
Floresta y sorprendida por las aves
A encontrarme bajo este puente de columnas y
De niebla tormentosa.
Pensé cuarenta minutos después
Que una marejada de extenuación y de memoria
Te había extraviado.
Pensé que un sueño apabullante te había
Elevado a los altares del corazón
y que todo había sido un sueño.
Pensé en recorrer acalorado los caminos
Presentidos a tu lado para rescatar
Tu imagen y salvarme.
Pensé indefinible en la restauración de la sombra
Y quise entre estas mismas sombras abrazarte.
Pensé en una llameante guirnalda de flores
Y de hiedras que venían enredando
Tu cintura y tus brazos.
Pensé arrodillarme en dirección a donde solías llegar
Y orar aturdido hasta el amanecer
De un nuevo día.
Pensé en lapidarme de recuerdos. Extraviarme,
Aturdirme, evadirme, concluir con una serenata
De cantos de nostalgia.
Pensé en convertirme en un atado de fuego.
Acabar arrastrando p0or aguas infinitas.
Pensé árbol bendito ser nube, agua, carbón y hierba.
Quise como fuerza torrencial inundar todos los parques
Todos los patios de arena.
Pensé en ser devorado por milenarias aves de rapiña.
Trotar como caballo bronco en pos de una inusitada
Pradera.

Pensé en desaparecer en medio de las aguas
Y reaparecer como una tromba de ceniza.

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