sábado, 1 de septiembre de 2007

I Epílogo de luna

Te persigo, como se persigue la mañana, descendiendo por
Escalones
De lumbre, así llegar a través del día
Cruzando rauda y prominente las piedras,
Llegar insondable e incipiente, mas una lágrima de sol callada,
Lindero de tierra alejada, cercando las ruinas del hombre.

Llegar primeriza, anhelada a caminar por los imperios de sol
De estos estancados caminos de pensamiento.
Bella, temperamentalmente bella
Cruzando todas las variantes del año, con la ruda aprehensión
Del
Ave matutina que nace pertinaz por sobre las corolas del tiempo.
Oh, viento nacarado, el olvido no existe ahora
Que existes tú sobreponiéndote
A la lluvia Oh, lluvia, eflorescencia de tiempos extraños ¿Perseguiremos
Como años anhelados las briznas del amor y la memoria
Y finalmente persiguiendo la mañana estarás tú recogida entre
Aves recurrentes
Abriéndote a la explosión del sol, cayendo rauda como un viento
Infinito,
Aplacando como nunca antes se hizo, la noche. Esa noche calla-
Da de tiempo,
En donde el presentimiento parece amainar para que
Cargada se cumplan esas
Lejanas historias que se cantan demudando la mañana. Y estoy
Así persiguiendo y al estar tu perseguida, arrobas el único
Emblema de dicha que parecemos entender
Y descifrar.

En: El Libro del Amor y los Encuentros

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